El modelo económico-político de Chile en las últimas tres décadas ha propiciado un importante desarrollo de sus instituciones más básicas, lo que le ha permitido obtener un fuerte crecimiento económico. No obstante, este mismo fortalecimiento ha generado desigualdad de oportunidades.
Según Sebastián Edwards, prestigioso economista chileno, el modelo conlleva un grado menor de desigualdad vertical o de ingresos, pero aún tiene numerosas falencias en cuanto a la desigualdad horizontal –acceso a bienes públicos, a puestos de trabajo, desigualdad ante la ley-.
Así, en 1990 el 53% de la población chilena se encontraba en situación de pobreza, mientras que en el 2017 era solo el 8%. La población que pasó a la clase media, está expuesta a caer nuevamente bajo la línea de pobreza, lo que ha generado el hartazgo de la gente y un estallido social que podría repetirse ante cualquier hecho que afecte su bienestar. Esta es una situación que puede repetirse en cualquier nación que sea incapaz de dar respuesta a la mayor exigencia ciudadana.
FUENTE: EL MUNDO/ELABORACIÓN MENTU CON DATOS DE LA CEPAL.