Jun 30, 2024 | Pulso financiero

Acreedores, mas no inversores: Al Paraguay le cuesta caro mantenerse en la informalidad

El hecho de que la economía subterránea represente casi la mitad de nuestro producto interno bruto (PIB) es una muestra de la poca seriedad con que nos manejamos como país, lo cual nos condena a seguir sin poder explotar todo el atractivo que podemos generar para la inversión extranjera.

Las condiciones para el endeudamiento mejoraron en los últimos años, gracias a un fisco ordenado, pero los problemas en institucionalidad y seguridad jurídica impiden la llegada de proyectos de inversión a la escala que el país es capaz de aprovechar.

Por Marta García – Periodista de Mentu

Cuando pensamos en montar un negocio, lo primero que notamos es la necesidad de infraestructura logística para realizar el trabajo que proyectamos: si me voy a dedicar a la venta de productos alimenticios a domicilio, un vehículo en el cual transportarlos es indispensable.

Para arrancar con el negocio, es probable que no cuente con ese vehículo, por lo que también es muy probable que tenga que endeudarme para adquirirlo. Ahora bien, como será la compra de un elemento de trabajo, lo financieramente saludable es que de los ingresos que genere la venta de mis productos se pueda ir pagando la deuda que asumí para acceder al rodado.

Similar proceso es el que se debería dar con las finanzas públicas, específicamente con el endeudamiento vía bonos soberanos, pero la historia no es tan feliz como podría serlo.

Resulta que, en el transcurso de los últimos años, los consecutivos gobiernos paraguayos han logrado mantener un buen comportamiento en el pago de la deuda y el control de la inflación, principalmente, con lo cual el país se construyó una imagen confiable para ser receptor de financiamiento externo.

Esta situación se refleja en las tasas de interés a las que se lograron colocar los bonos soberanos a lo largo de la última década: de haber arrancado con emisiones a 4,6% y 6,1%, en los años 2013 y 2014, se llegaron a concretar emisiones hasta a 2,7% y 3,8% en 2021 y 2022.

Si bien estas variaciones incorporan las coyunturas de tasas de interés alrededor del mundo, a su vez ligadas de manera importante a los vaivenes económicos de los países, se mantienen dentro de los costos de endeudamiento propios de países de grado de inversión, pese a que nuestra calificación de riesgo aún no haya llegado a ese nivel.

Hasta aquí, el panorama parece ser bastante auspicioso, pero ¿qué significa no tener la nota de grado de inversión?

País poco serio

Las calificadoras de riesgo han advertido ya en repetidas ocasiones que el obstáculo de Paraguay para llegar al grado de inversión está en la falta de seguridad jurídica e institucional. Además, en la medición de la economía subterránea que anualmente realizan la consultora Mentu y la organización PRODesarrollo se advierte incansablemente que la informalidad y la ilegalidad extienden cada vez más sus redes hacia la economía paraguaya.

El tamaño de la economía subterránea en Paraguay aumentó desde un nivel de USD 19.658 millones en el año 2018 a USD 23.595 millones en 2023, y su participación en el PIB se incrementó de 42,2% a 47,1% en ese periodo.

Esto significa que un potencial inversionista extranjero, por ejemplo, no puede tener la certeza de que se cumplirán las reglas de juego a la hora de montar y hacer andar un negocio, ni de que cuenta con los elementos suficientes para proyectar la evolución que va a tener su proyecto y, por ende, los ingresos que podrá llegar a generar.

En consecuencia, es muy probable que este inversor simplemente opte por desistir de su intención de venir a Paraguay, pese al continuo lobby que se realice desde el gobierno para promocionar las bondades macroeconómicas del país, los bajos impuestos y el largo etcétera que ya bien conocemos.

Muestra de ello es el lento avance que se está dando en el aterrizaje de inversión extranjera en Paraguay, en comparación con el crecimiento de la deuda pública externa.

El saldo de inversión extranjera directa llegó a USD 7.666 millones en el 2022 y representó el 18% del PIB, tres veces más que el nivel en que se encontraba en el 2008, cuando la proporción era de 10% del PIB, según los registros del Banco Central del Paraguay (BCP).

Mientras tanto, la deuda externa del Paraguay se ubicó en USD 13.323 millones en el 2022, seis veces más que en el 2008, y su participación en el PIB trepó de 8,9% a 31,7% en ese periodo, de acuerdo con los datos publicados por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). 

Estos números nos muestran que no es suficiente que nos traten como país en grado de inversión a la hora de prestarnos dinero. Necesitamos ser realmente un país en grado de inversión para que vengan esos recursos que se van a traducir en el crecimiento con el cual la deuda adquirirá el sentido de impulsora del desarrollo que debería tener.

 

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