La actividad económica del país está en constante evolución, lo que ha fortalecido la solidez del sistema financiero y generado un entorno de confianza para la eficiente canalización de recursos. Este proceso facilita la transformación del ahorro en consumo y en el financiamiento de proyectos, impulsando el desarrollo económico y favoreciendo la inversión en diversos sectores.
La solidez del sistema monetario y financiero actual no es un resultado espontáneo, sino el producto de cinco reformas históricas implementadas entre 1944 y 2016, las cuales establecieron bases firmes y técnicas para consolidar al Banco Central del Paraguay (BCP).
El proceso de fortalecimiento financiero moderno se inició en 1995 como respuesta a la crisis de ese año. En este contexto, se promulgó la Carta Orgánica del BCP y la Ley 861/96 General de Bancos, Financieras y Otras Entidades de Crédito, otorgando al BCP independencia y flexibilidad en la gestión de la política monetaria. Además, estas normativas facultaron a la Superintendencia de Bancos (SIB) para establecer requisitos mínimos de capital, incorporando recomendaciones internacionales como las del Comité de Supervisión Bancaria de Basilea.
A pesar de estas reformas, las crisis de 1997 y 2002 evidenciaron que las medidas eran insuficientes, lo que llevó a la implementación de nuevas acciones. En 2003, el gobierno suscribió un acuerdo Stand-by con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que incluyó programas para fortalecer la banca pública. Asimismo, se creó el Fondo de Garantía de Depósitos, un mecanismo clave para fomentar la confianza y garantizar mayor estabilidad al proporcionar un respaldo ante posibles dificultades de las entidades financieras.
Finalmente, en 2016, la Ley 5787/16 modificó y amplió la Ley 861/96, ajustando las herramientas regulatorias para el control de capitales, la ponderación de activos y contingentes, y otros mecanismos de supervisión basados en perfiles de riesgo.
Gracias a estas reformas, el sistema financiero paraguayo se ha consolidado como un pilar sólido y confiable, permitiendo que los flujos de financiamiento se canalicen de manera eficiente hacia empresas y familias, contribuyendo al desarrollo económico del país.
Principales indicadores del sistema bancario
En octubre de 2024, el sistema bancario paraguayo demostró un sólido desempeño, evidenciado en indicadores clave que reflejan su estabilidad y capacidad de respuesta. Los ratios de capital adecuado (CAR) y capital nivel 1 sobre activos y contingentes ponderados (CAR1) se ubicaron en 16,88% y 12,86%, respectivamente, superando ampliamente los mínimos requeridos por el Banco Central del Paraguay (BCP).
Además, el apalancamiento del sistema, medido por la relación entre el capital de nivel 1 y activos totales, se ubicó en 9,2%, significativamente superior al umbral del 3% recomendado por Basilea III. Esta fortaleza ha generado confianza en los agentes económicos, favoreciendo el incremento tanto de depósitos como de créditos.
Los depósitos crecieron 13% interanual, sumando Gs. 165,8 billones (USD 21.057 millones) y representando el 50% del Producto Interno Bruto (PIB). Por su parte, la cartera de créditos alcanzó Gs. 165,1 billones (USD 20.971 millones), con un 90% clasificado en nivel 1, lo que implica atrasos menores a 60 días y evidencia el dinamismo en las nuevas colocaciones. Los préstamos al consumo representan el 13,5% de la cartera, siendo el segmento más importante, seguido por el comercio mayorista y la agricultura, sectores clave para el desarrollo económico nacional.
El ratio de créditos renovados, reestructurados y refinanciados (RRR) creció 17% interanual, aunque su participación en la cartera total disminuyó 0,42 p.p., mostrando un manejo prudente del riesgo. A su vez, la tasa de morosidad del sistema se redujo en 1,08 p.p., situándose en 2,44% de la cartera total en octubre de 2024.
Las utilidades acumuladas de Gs. 4,3 billones (USD 551 millones) se traducen en un retorno sobre activos (ROA) del 2,4% y sobre capitales (ROE) del 22,92%. Estos resultados reflejan una tendencia positiva sostenida desde 2021, consolidando al sistema financiero como un pilar clave para el crecimiento económico.
Factores que podrían influir en el desempeño del sistema
De este modo, los indicadores financieros locales reflejan un sistema sólido, aunque no exento de desafíos derivados del contexto global, los cuales podrían influir en su comportamiento y estabilidad.
Entre los principales retos destaca la moderación del crecimiento económico mundial, estimado en 3,2% para 2024, según el Banco Mundial, que se mantendría en el 2025 debido al endurecimiento de las condiciones monetarias globales y el débil desempeño de la economía china.
En paralelo, la economía estadounidense ha mostrado crecimiento desde principios de año, aunque persisten incertidumbres respecto a su trayectoria futura. En este escenario, la Reserva Federal (FED) ha reducido la tasa de referencia bancaria a 4,75%, con el objetivo de fomentar el empleo a largo plazo y estabilizar la inflación en torno al 2%.
Este ajuste podría aliviar las presiones sobre las tasas de política monetaria (TPM) en bancos centrales de todo el mundo, incluyendo el paraguayo. Una eventual disminución de la TPM local podría influir en la tasa interbancaria (TIB), equiparando la competitividad entre préstamos y depósitos en moneda local frente al dólar, lo que incentivaría una mayor concesión de créditos.
Adicionalmente, la relajación de las presiones sobre el tipo de cambio contribuiría a estabilizar los precios de bienes esenciales, beneficiando a los sectores prestatarios y mejorando su capacidad para cumplir con sus obligaciones financieras.
No obstante, el sistema financiero debe mantenerse atento a posibles cambios en el panorama mundial, implementando estrategias que le permitan preservar su solidez y adaptarse de manera proactiva. De este modo, podrá seguir desempeñando su papel esencial como canalizador de recursos hacia proyectos clave para el desarrollo económico del país, asegurando al mismo tiempo estabilidad y confianza en el sector.