Al cierre del primer trimestre del 2023, la tasa de morosidad del sistema bancario se ubicó en 3,30%, 0,83 puntos porcentuales (p.p.) superior a la registrada en marzo del 2022, pese a que la inflación interanual se moderó en dicho periodo.
El aumento reflejaría la situación de los sectores más afectados durante la pandemia que seguirían con dificultades para cumplir con sus obligaciones tras el vencimiento de los plazos de gracia. En sentido, la proporción de créditos con retrasos de las carteras de comercio al por menor, consumo y servicios personales supera el 5%, siendo así las más morosas.
En el otro extremo, las carteras con menos retrasos han sido la de agribusiness y ganadería, con una morosidad menor al 2%.
Si se considera el hecho de que las tasas de interés aún continúan altas, la morosidad de algunos sectores podría seguir creciendo. No obstante, de concretarse la mejora estimada de la actividad económica podría contribuir al flujo de ingresos y contrarrestar parte de la presión sobre la mora.


