Toda cultura organizacional se sostiene en pequeñas prácticas cotidianas. Son los hábitos —individuales y colectivos— los que marcan la diferencia entre equipos que solo funcionan y equipos que realmente crecen. Cuando el liderazgo promueve hábitos conscientes, enfocados y sostenidos, la cultura se fortalece, el desempeño mejora y el propósito se vuelve tangible.
Stephen Covey, en su libro Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, propone un camino que va desde la dependencia hasta la interdependencia. Es decir: desde hacer lo que se espera, hacia liderar desde la autonomía, y luego construir relaciones de colaboración genuina. Un proceso que no se logra de un día para otro, pero que empieza con decisiones concretas.
Uno de los hábitos que más impacto genera es el último: afilar la sierra. Tiene que ver con detenerse para recargar energías, revisar lo que funciona y ajustar lo necesario. Lejos de ser una pérdida de tiempo, es una forma de cuidar lo más valioso: el liderazgo personal y colectivo.
Afilar la sierra implica volver a lo esencial. Escuchar activamente. Tomar decisiones alineadas a los valores. Recordar por qué se hacen las cosas. Y también cuidar el cuerpo, las emociones, lo mental y lo espiritual. No se trata de fórmulas mágicas, sino de pequeñas acciones que ayudan a empezar cada día con claridad.
Muchos líderes encuentran su rutina de foco en actividades simples: leer, meditar, caminar, escribir. No importa el formato, sino el hábito de frenar para reconectar con lo importante. Es ahí donde se fortalece lo aprendido y se genera espacio para lo nuevo.
Cuando esto se hace de forma constante, el impacto se nota: los equipos trabajan mejor, las conversaciones se vuelven más profundas y las decisiones son más efectivas. La interdependencia —ese nivel donde la colaboración fluye con confianza— no es casualidad: es el resultado de líderes que se entrenan en hábitos saludables.
En Mentu acompañamos a equipos y líderes en este camino. A través de nuestros servicios, como las mentorías empresariales, trabajamos herramientas concretas para fortalecer hábitos, cultura y formas de liderar que sumen valor real.
El liderazgo no se improvisa. Se construye, se cuida y se afila.