Si bien la inflación está moderándose, los efectos en el poder adquisitivo de los agentes aún se traducen en una priorización de gastos, lo que genera ciertas dificultades para el cumplimiento de los compromisos. En ese sentido, la tasa de morosidad del sistema bancario se ubicó en 3,30%, una de las cifras más altas desde la pandemia.
Al analizar la evolución del saldo de los créditos clasificados por categoría del cliente, que considera sus días de mora, en todas las categorías se observan incrementos en términos interanuales de entre 8,6% y 76,1%. Particularmente, se destaca el aumento de los créditos con mayor cantidad de días de mora, como los de 270 y 360 días, lo cual coincide con los periodos de inflación más significativos y de incrementos sostenidos de la TPM.
Considerando esta situación, al igual que el incremento de la cartera de créditos Renovados, Refinanciados y Reestructurados (RRR), las entidades del sistema deben seguir trabajando en desarrollar mecanismos que alienten la renegociación y refinanciación de deuda, para no interrumpir el curso de la actividad económica.


